Tremendo vídeo que nos trae la leyenda Markus Stitz y Perthshire Gravel.
Drovers. Gravel en estado puro por Escocia.
El espectacular corto que os compartimos resume en 7 minutos una impresionante ruta de gravel de 331 kilometros por el corazón de Escocia siguiendo los antiguos caminos de pastores para trasladar al ganado. Un viaje que hace 100 años hubiese llevado semanas y que ahora se puede disfrutar en bicicleta.
La publicación del vídeo sirve para presentar Pertshire Gravel . Una iniciativa TOP que explora las rutas históricas de la zona y que ofrece una completa guía para hacer estas excepcionales travesías por los bellos parajes de Escocia.
El proyecto ha contado con el apoyo de Highland Perthsire Cycling y ha recibido fondos europeos provenientes de Rura Perth & Kinross Leader Programme.
Esta ruta ofrecera 11 itinerarios distintos que comienzan en zonas accesibles en tren. Ésta es una gran idea puesto que se pueden realizar rutas de un mismo día y se pueden descargar desde el sitio web.
Markus Stitz. El ciclista detrás del proyecto.
El alemán (afincado en Escocia) Markus Stitz, un aficionado al single speed y a dirigir pequeños cortos que ya nos ha deleitado con otros videos es el responsable de esta obra de arte. No tenéis más que ver alguno de los vídeos que ha realizado para daros cuenta de que es un claro representante de ese «ciclismo alternativo» que tanto nos gusta.
Tras varias semanas de rumores, la empresa Life Time, encargada de organizar la Dirty Kanza, ha decidido que lo más seguro es que no se dispute la prueba este año, pasando a centrar ya sus esfuerzos en la preparación de la edición de 2021.
La carrera, considerada como la competición de ciclismo gravel más importante y una especie de “campeonato del mundo” oficioso, tendría que haberse disputado ya el último fin de semana de mayo, pero la situación de la pandemia del coronavirus hizo que ello fuese imposible. Los organizadores la pasaron entonces al mes de septiembre creyendo que la evolución de la enfermedad sería ya favorable, pero la realidad ha resultado ser muy distinta e, incluso con todavía dos meses de plazo, han visto que no sería posible dar luz verde al evento.
La cancelación de la Dirty Kanza no es sólo negativa para los 4000 ciclistas que se habían apuntado para disputarla, sino que también constituye un duro golpe para las comunidades y pueblos por los que pasa, especialmente su salida y llegada en Emporia, Kansas. La DK se había convertido en los últimos años en el mejor embajador de la localidad, consiguiendo ponerla en el mapa para muchos aficionados americanos y extranjeros y funcionando como un vehículo dinamizador de la economía de la zona.
Temiendo que algo así acabase ocurriendo, muchos corredores prepararon en la fecha original sus propias carreras bajo el título “Dirty Kanzelled”, algo que en aquel momento era algo cómico pero que, con el tiempo, ha terminado por convertirse en real. Es de esperar que algo parecido vuelva a ocurrir en septiembre.
Medio año después de que se declarase la pandemia mundial, el coronavirus sigue causando estragos en Estados Unidos, el país que tiene, con diferencia, el mayor número de contagios y víctimas mortales. Más allá de cuestiones políticas, la estructura administrativa y, sobre todo, social del país está jugando en contra de su población, aumentando los riesgos y frenando el desarrollo de medidas de contención.
Incluso en España, donde el control de la enfermedad está a años luz del país americano, en las últimas semanas se ha producido un goteo constante de cancelaciones de pruebas de cicloturismo (Ézaro, Somiedo, Quebrantahuesos) por las dificultades que habría para mantener la seguridad y el riesgo inaceptable que su celebración podría suponer. De hecho, basta con ver todos los problemas que están teniendo las competiciones profesionales en todos los deportes para acabar sus temporadas para darse cuenta de que, en este momento, no hay espacio para las amateurs.
El annus horribilis de la Dirty Kanza
2020 no será recordado por nadie como un buen año, pero aún menos por Life Time. La cancelación definitiva de la carrera ha sido sólo el (por ahora) último capítulo de una serie de polémicas que comenzaron cuando hace unos meses varias asociaciones acusaron a la prueba de racismo por su nombre (“Kanza” es una palabra que se relaciona con los nativos de la zona y “Dirty Kanza” se traduce como “sucia/sucios Kanza”).
Los organizadores negaron rápidamente esta afirmación, argumentando que decidieron quedarse con el término “Kanza” precisamente como homenaje a la historia de la región y que la palabra “dirty” hace referencia a los suelos sucios de gravilla y polvo por los que pasa la carrera, algo que, seguramente siendo cierto, no ha servido para aplacar las voces en contra.
Además, hace sólo poco más de dos semanas Life Time decidió expulsar de la organización a Jim Cummins, uno de los fundadores del evento en 2006, por unos comentarios personales en sus redes sociales en los que justificaba cierta actuación policial frente a un manifestante en unas de las múltiples concentraciones contra el racismo que se están llevando a cabo en Estados Unidos en los últimos tiempos.
Son tiempos extraños para la Dirty Kanza, que en un par de años pasó del anonimato internacional a líder del movimiento gravel en todo el planeta y que ahora ha tocado fondo incluso más rápido. No obstante, seguramente será el apoyo sincero por parte de los ciclistas lo que más le ayude a volver al lugar que le corresponde y hará que el año que viene regrese con toda su fuerza y emoción.
Con poco más de un siglo de vida, el turismo ha pasado de ser un lujo sólo al alcance de los más ricos a ser prácticamente un bien de primera necesidad para gran parte de la población mundial. Así lo atestiguan los datos económicos de esta actividad, que sólo en España representa más del 14% del Producto Interior Bruto y que es el medio de vida principal que sostiene a multitud de países a lo largo del globo.
No obstante, el turismo está ahora mismo en la mayor encrucijada a la que ha tenido que hacer frente en su historia. Desde hace algunos años se venía hablando de cómo los visitantes estaban destruyendo poco a poco hábitats y formas de vida de muchas ciudades y regiones (véase el caso de Venecia) y de la absoluta falta de sostenibilidad de esta actividad, pero a ello se ha unido ahora también el temor de mucha gente a viajar a otros lugares por culpa de los efectos de la pandemia del coronavirus.
Con esta situación, y al igual que está ocurriendo por motivos similares en las ciudades, muchas personas han decidido desempolvar la vieja bici que tenían en el garaje y han descubierto que no sólo sirve para dar paseos, sino que las posibilidades que ofrece son gigantescas. Y una de las más divertidas, agradecidas y memorables es el bikepacking.
¿Qué es el bikepacking y por qué engancha tanto?
En pocas palabras, el bikepacking consiste en cargar equipaje en nuestra bici y hacer kilómetros por la naturaleza a lo largo de varios días. Llevaremos encima comida, recambios, ropa, una tienda de campaña, un saco de dormir, utensilios de cocina… todo en un espacio lo más reducido posible que nos obligará a activar nuestra imaginación.
Pero el bikepacking va mucho más allá. Es tener espíritu aventurero, pues a lo largo de nuestra aventura deberemos depender de nosotros mismos y de nuestra habilidades para salir adelante. Es querer conocer y explorar nuevos mundos, teniendo un contacto cercano con mucha gente que dista mucho de la burbuja en la que vivimos en el día a día.
Es también conocerse a uno mismo y ampliar nuestros límites, ya que estaremos totalmente fuera de nuestra zona de confort. Y, cómo no, es sostenibilidad y concienciación, pues al mismo tiempo que viajamos sin generar ningún tipo de contaminación aprendemos lo frágil y maravilloso que es el mundo natural y que realmente valen la pena los esfuerzos por protegerlo.
¿Qué necesitamos para nuestra aventura bikepacking?
Las ganas de explorar y la ilusión por conocer nuevas regiones o países son imprescindibles, pero sólo con ello no conseguiremos nuestro objetivo. A la hora de lanzarse a este reto hemos elegido cuatro puntos que creemos que son indispensables:
1. Una bici cómoda y resistente. Si hay algo que no tiene ninguna importancia en el bikepacking es la velocidad, ya que precisamente estamos hablando de una actividad basada en el disfrute del propio camino recorrido. Por ello, nos interesará conseguir una bicicleta que sea lo más cómoda posible y que nos permita estar encima del sillín muchas horas seguidas. Además, en este sentido también saldremos ganando si disponemos de un par de ruedas anchas y con un buen relieve.
Por supuesto, todo dependerá de la ruta que hayamos escogido y del lugar al que nos dirijamos, pero lo más seguro es que la mayoría de los caminos no estén asfaltados y necesitemos agarre, confort y no estar preocupados a cada minuto por evitar pinchazos o averías (aunque es casi inevitable que en algún momentos tengamos que enfrentarnos con alguna). Por este motivo, una bicicleta de montaña o, como mucho, una de gravel serán las mejores opciones.
También consideramos importante indicar que no es necesario en absoluto gastarse miles de euros en una bici espectacular y tecnológicamente avanzada. Una de segunda mano bien cuidada que encontremos en nuestra tienda habitual y con una buena puesta a punto nos llevará al otro punto del continente si queremos.
2. Una buena combinación de bolsas y bultos. La cantidad de espacio del que disponemos en nuestra bici y de peso que podemos ponerle encima es limitada, lo que nos obligará a elegir muy bien lo que necesitamos llevar.
Lo más habitual consistirá en colocar un gran bulto delantero en el manillar con nuestra tienda o nuestra ropa, otro un poco más pequeño en la parte trasera del sillín que haga de contrapeso con lo que no transportemos en la parte delantera y una o dos bolsas en la parte superior del cuadro (tanto por arriba como por dentro) en las que encajaremos el resto de nuestro equipaje.
En ciertas ocasiones (y según la ruta que hayamos planeado y los días que vayamos a estar fuera) nos interesará también instalar unas alforjas sobre la rueda trasera, aunque esto hará nuestra bici menos manejable por los terrenos más complicados.
Las bicis más actuales incluyen un gran número de anclajes a lo largo de toda su estructura para instalarle todo tipo de añadidos, pero nuestro viejo amigo el velcro hará que muchos de ellos no sean necesarios. Lo bueno que tiene este frente a los anclajes es que, si bien es “menos seguro”, permite adaptar la organización de los bultos como más nos interese y nos ofrece una mayor disponibilidad de bolsas en el mercado.
Hay mucha gente que lleva también mochilas a su espalda, aunque no son realmente cómodas para pedalear muchas horas y se recomiendan solamente cuando se necesite llevar algún instrumento tecnológico frágil como cámaras de fotos o similares. En caso de que se vaya a llevar, sería buena idea que tuviese un sistema de hidratación.
3. Instrumentos de navegación y mapas. Aunque siempre está bien tener en la cabeza las zonas más importantes del recorrido por lo que pueda pasar, se hace imprescindible disponer de algún instrumento de navegación que nos ayude a elegir caminos o senderos o a encontrarnos cuando no sepamos bien dónde estamos.
En este sentido, podemos elegir entre un navegador especial con GPS para bicicleta (como un Garmin o un Polar) o simplemente nuestro propio móvil. El primero destaca por tener una batería mucho más amplia que nos puede durar muchos días, algo que casi es obligatorio cuando estamos fuera de ciudades y pueblos y no sabemos cuándo encontraremos una toma de corriente; por su parte, el segundo es mucho más visual y sencillo de manejar, y nos ayudará más cuando queramos conocer zonas que estén lejos del punto en el que nos encontramos.
Será obligatorio llevar siempre pilas/baterías/cargadores USB portátiles de recambio para no quedarse tirado en ningún momento, pero por si todo esto fallase, nunca está de más incluir también en nuestro equipaje un mapa en papel con los puntos de ruta más importantes marcados.
4. Agua. Mucha agua. Podemos estar algún tiempo sin comer, pero no sin beber, y según la estación y el lugar del mundo en el que nos encontremos, las temperaturas y la humedad pueden llegar a ser muy altas. Por ello, habrá que llevar siempre un buen número de bidones (aparte de las dos zonas típicas en el cuadro se pueden instalar también bajo los pedales e incluso en la horquilla) y, si es necesario, dejar algo en casa para hacer un poco más de sitio para ellos.
Dependiendo de por dónde vaya a transcurrir nuestro viaje, también nos interesará llevar con nosotros algún instrumento de filtrado que nos dé la oportunidad de recoger agua en los diferentes acuíferos con los que nos cruzaremos a lo largo del recorrido.
La naturaleza espera a nuestra bici
Para los más aventureros, hay algunas webs especializadas en bikepacking en las que se incluyen rutas por diferentes países que llegan a durar incluso tres semanas y que tienen miles de metros de desnivel por etapa. Sin ir más lejos, en España existen varios recorridos en Andalucía o en la zona de Asturias/León/Cantabria que harán que no necesitemos irnos muy lejos para vivir experiencias espectaculares.
Para los demás, no hace falta viajar cientos de kilómetros para disfrutar de nuestra bici y de la naturaleza. Seguramente en un radio no muy grande desde las poblaciones en las que vivimos todos tenemos ríos, colinas o bosques que, aunque sólo sea durante un fin de semana, nos permitirán disfrutar de vivencias únicas e inolvidables.
Alex Howes es un tipo que nos cae bien. Aparte de ser profesional del World Tour a tiempo completo es un fanático de las carreteras de tierra, y lo mismo gana el campeonato americano de ruta que hace podium en la Dirty Kanza.
Lo último que sabemos de él es que ha escrito un artículo especial para la web Cycling News en el que cita los que, según él, son los diez consejos más importantes que se deben seguir a la hora de dedicarse al gravel. Siempre con el estilo medio en broma medio en serio que le caracteriza, esto es un resumen de lo que comenta.
El decálogo del gravel
1. Cortarse las uñas de los pies: aunque no nos lo hubiese dicho tan claramente, esto es algo que seguramente todos tenemos en mente. De hecho, a nadie le gusta ya llevar un calzado algo apretado y sentir cómo las uñas se clavan en los dedos adyacentes, así que no es necesario imaginarse lo que se debe sentir haciendo varias horas de bici en terrenos que son de todo menos cómodos.
2. Utilizar ruedas tubeless y de gran tamaño: en cualquier vídeo que podamos ver en YouTube sobre gravel, casi siempre escucharemos que no tiene sentido llevar ruedas tradicionales cuando se pueden utilizar los nuevos modelos tubeless. Es cierto que todavía mucha gente es reticente en este sentido, pero cuando casi todos los especialistas dicen lo mismo, quizás sea momento de empezar a tenerlo en cuenta.
Sobre el tamaño de la rueda, Howes opina que en la ecuación entre comodidad y velocidad al final compensa llevar unas ruedas un poco más anchas de lo que se tenía pensado, pues sobre todo en recorridos largos se agradecerá ese mayor comfort y la pérdida de velocidad no será lo suficientemente importante como para ir incómodo y no disfrutar del camino.
3. Ir acompañado: Los caminos son largos, solitarios y pueden llegar a estar lejos de núcleos poblacionales, así que por varios motivos (mayor seguridad por lo que pueda pasar, menos aburrimiento, etc.) es mejor no salir solo.
4.Usar ropa cómoda y adecuada, no bonita: muchas veces los aficionados al ciclismo tendemos a intentar llamar la atención con nuestra equipación, buscando siempre la ropa más aerodinámica y apretada y las combinaciones de colores que más nos gusten en maillots y culottes. Esto es un error en el gravel. Lo que se ha de buscar aquí es sobre todo la comodidad, por lo que mientras de cintura para abajo llevemos buen material, el resto dará igual.
5. Tener claro que nuestra bici está bien configurada: las geometrías de carretera están diseñadas para la velocidad y las de montaña para poder atravesar cualquier tipo de terreno o elevación, situándose las gravel en un punto intermedio. Por ello, no debemos caer en el error de colocar el sillín, el manillar, etc. como estamos acostumbrados para hacer alguna de las dos primeras disciplinas, sino que habremos de adaptarnos a las nuevas circunstancias.
Howes comenta además que él es partidario de que los que estén comenzando utilicen una bici con un solo plato, sobre todo para evitar todo lo posible averías y, por qué no, para que sea más fácil de limpiar el barro que pueda colarse entre los componentes.
6. Saber algo de mecánica: está claro que si vamos a meter nuestra bici por caminos de tierra, barro y piedras es fácil que tenga algún tipo de problema mecánico, y teniendo en cuenta que seguramente no vayamos a tener ayuda cerca es imprescindible saber realizar al menos las técnicas más habituales.
7. La velocidad no importa: el campeón americano insiste en esta cuestión. Quiere que tengamos claro (especialmente los que venimos de la carretera) que la velocidad da igual, y que si lo que queremos es buscar potencia la vamos a alcanzar igual gracias a la dureza del terreno. Si este no es el caso, disfrutaremos más del camino si nos lo tomamos con un poco de calma.
8.Adaptar nuestra técnica sobre la bici: pese a que en general no hay grandes diferencias entre el ciclismo de carretera y el gravel en cuanto a lo que manejo de la bici se refiere, sí habrá algunas situaciones (sobre todo en las curvas en descenso) que requerirán algo de aprendizaje previo antes de poder hacerlas con total seguridad.
9.Planificar la ruta: podría pensarse que justamente una de las gracias del gravel es explorar cualquier camino que vaya apareciendo ante nuestro ojos sin importar dónde termine, pero Howes dice justo lo contrario: precisamente como no sabemos a dónde vamos a ir a parar, qué longitud tienen o si terminan siquiera en alguna parte, lo mejor será pasar unas horas en nuestra casa revisando mapas y salir con una idea más o menos clara de por dónde nos vamos a meter.
10.Disfrutar: para eso es el gravel.
Podéis leer el artículo original y no perderos nada del humor de Howes (que se traslada perfectamente a su forma de escribir) en este enlace.
Cuando en 2019 Rapha y el equipo Education First comenzaron a emitir en vídeos sus aventuras ciclistas, muchos aficionados (sobre todo europeos) que desconocían este tipo de carreras de repente vieron abiertas las ventanas hacia un nuevo y llamativo mundo, muy diferente del que habían conocido a lo largo de toda su vida.
La idea de lo que se acabó llamando “calendario alternativo” -o “alt-cal” en inglés- surgió de un estudio en profundidad que la marca de ropa británica realizó acerca del estado del ciclismo en general, teniendo en cuenta una multitud de variables que al final acabarían por definir la estrategia de la empresa en los años futuros. Estamos hablando, por tanto, de algo serio e importante, y de una cuestión en la que nada se dejaría al azar ni se haría por el simple hecho de hacerlo.
Una de las conclusiones a las que llegaron fue que existía una desconexión total entre el mundo World Tour y el ciclismo profesional en general con el ciclismo amateur y de base, viviendo el primero en una especie de fortaleza defendida a muerte por sus habitantes y en la que casi nadie podía entrar. Esto es algo que llevamos viendo muchos un largo tiempo, y se empieza a explicar fácilmente cuando nos damos cuenta de que la mayoría de los dueños de equipos profesionales llevan décadas manejando el deporte.
Cuando se llevaron a cabo las conversaciones entre Rapha y el EF Pro Cycling a la hora de llegar a un acuerdo de patrocinio para el que sería la nueva versión del equipo Cannondale, uno de los temas que surgió y que cobró mucha importancia fue la posibilidad de incluir a una serie de corredores profesionales en pruebas gravel y de aventura, con la idea de demostrar que el World Tour podía “bajar al barro” e iniciar así una nueva corriente que terminase por modificar totalmente el status quo del ciclismo profesional y reducir a cenizas el miedo al cambio y a perder poder que caracteriza a sus figuras más destacadas.
Saliendo de la burbuja
No obstante, por muy dispuestos que pudiesen estar Jonathan Vaughters y su equipo, había una serie de incertidumbres que podrían echar abajo todo el plan: ¿qué pasa si un ciclista se lesiona en una de estas pruebas y se pierde así carreras profesionales, que son para las que realmente le pagan? ¿Qué publicidad se daría a sí mismo un profesional en caso de no ganar o hacer un buen papel en una carrera con amateurs? O al revés: si los profesionales ganan todas estas pruebas, ¿qué pensarían los aficionados que llevan corriéndolas desde el principio?
El equipo decidió ser valiente y siguió adelante con plan, poniendo a tres de sus ciclistas en la vanguardia: Alex Howes, Lachlan Morton y el ya retirado Taylor Phinney. Y los resultados no podrían haber sido mejores: Howes y Morton realizaron un gran papel en la Dirty Kanza y en la Leadville, pisando el podium en ambas, y sólo semanas después el primero ganó el campeonato americano de ruta y el segundo una etapa del Tour de Utah en un espectacular y apretadísimo sprint. Con ello quedó demostrado que participar en el calendario alternativo no tenía consecuencias negativas para el profesional, sino más bien lo contrario. Por mucho que desde los estamentos más altos del ciclismo profesional nos haya vendido durante décadas, el ciclismo es siempre ciclismo, sea en tierra o en carretera.
Y si deportivamente los resultados fueron buenos, qué decir de los de imagen y publicidad. Ver a Lachlan Morton recorrer Gran Bretaña de sur a norte en sólo diez días con una bici Cannondale y ropa Rapha mientras dormía en sacos entre árboles y atravesaba ríos, barro y pendientes de hierba imposibles con temperaturas gélidas y en solitario durante la GBDuro quedó grabado en la mente de muchos aficionados, que empezaron a relacionar estas dos marcas con la libertad, la aventura y con cómo dando el ḿaximo de uno mismo se pueden alcanzar cotas espectaculares. Lo que necesita el ciclismo es publicidad y hacerse atractivo para la gente joven, y desde luego esta es una forma mejor que retransmitir etapas llanas de cinco horas en el Tour de Francia.
El ciclismo es posiblemente el deporte más conservador y tradicionalista, y cualquier tipo de novedad o idea diferente es vista como una amenaza y aplastada por la vieja oligarquía que lo gobierna. Sin embargo, a toda esta gente sólo la mueve una cosa: el dinero. Y si de repente los aficionados empiezan a comprar Cannondales y maillots Rapha porque ven a un tío mal afeitado y que bebe cerveza hacer cosas en bici que todos querríamos hacer en vez de intentar correr una gran vuelta, no van a poder evitar mirar a ver qué es lo que tiene eso que atrae a tanta gente.
Personalmente me cuesta muchísimo ver a cualquier equipo europeo o asiático del World Tour pensando siquiera en participar en este tipo de eventos, pero quizás sí podría haber espacio para las mentes más abiertas y menos contaminadas por la tradición de americanos y australianos. De hecho, el equipo Mitchelton-Scott (en su día Orica-Green Edge) fue el primero en grabar vídeos de humor y de la vida particular de muchos de sus corredores durante las carreras y fuera de ellas, abriendo seguramente la puerta a través de la cual Rapha y EF recogerían el testigo varios años después.
La disyuntiva del gravel
¿Y qué opinan sobre todo esto el mundo del gravel y el ciclismo de aventura? Estas competiciones están creadas y organizadas por los propios aficionados y comunidades, sin ningún tipo de órgano de gobierno que las intente controlar, y desde luego no responderían bien a la entrada masiva de grupos organizados que consiguen todo lo que se proponen con dinero.
Sin embargo, no cabe duda de que la publicidad que ha generado la participación de gente como Morton o Howes en ellas han provocado una explosión de popularidad que ha hecho que, de repente, mucha gente quiera probar esta nueva disciplina. De hecho, incluso algunos profesionales como Peter Stetina o Ian Boswell han decidido dar un gran salto al vacío y organizar sus propios sponsors para dedicarse a tiempo completo al gravel. Y sólo hay que seguirlos un poco en redes sociales para darse cuenta de que no lo hacen por dinero, sino por amor a la bici y a lo que representa.
Todos los World Tour que se han pasado a tiempo parcial o completo al ciclismo de aventura no dejan de repetir una frase: no estamos aquí para apropiarnos del gravel, sino porque queremos ser uno más entre los aficionados. Parece un acuerdo con el que todos salen ganando, y al menos por ahora los datos y la experiencia así lo demuestran. El tiempo dirá si la visión de Rapha era correcta y si el World Tour empieza a parecerse más a una playa que a un resort de vacaciones para extranjeros.
*Si estáis interesados, os recomendamos visitar el canal de YouTube del calendario alternativo de Rapha y EF Pro Cycling.
Este sábado 30 de mayo tendría que ser el día grande del gravel mundial. Si todo hubiese salido como estaba previsto se correría la Dirty Kanza 2020, el evento más importante de la disciplina, una especie de “Super Bowl” de la bici sobre tierra. Sin embargo, por las razones que todos conocemos, esta competición ha tenido que trasladarse, en principio, al 12 de septiembre. Pero eso no ha hecho mella en el espíritu de los que iban a ser sus participantes.
Uno de ellos, el ex ciclista World Tour y ahora profesional del gravel LaurensTen Dam, se preguntó: “si no va a haber una Dirty Kanza oficial, ¿por qué no hacemos cada uno la nuestra propia?” Y así nació una imaginativa iniciativa con un nombre muy loco: La Dirty Kanzelled.
¿En qué consiste? Muy sencillo: Ten Dam ha pedido que este 30 de mayo a partir de la 6:00, todo aquel que quiera participe en una competición individual por caminos de tierra, gravilla o barro de su región de residencia haciendo un recorrido de entre 100 y las 200 millas que tendría la Kanza (aproximadamente 161 y 322 km) y cuelgue sus resultados, fotos e historias de la aventura en las redes sociales. De hecho, él mismo ha creado en Komoot una amplia cantidad de rutas posibles en los Países Bajos, donde él vive.
Cualquier persona que sea lo suficientemente valiente (y que tenga permitido hacerlo por las leyes anti coronavirus de su país, no lo olvidemos) puede participar, así que suerte a los que se atrevan. Podéis echar un vistazo a toda la información en la web del evento.
El plan de Alex Howes.
Sin tener relación directa con la Dirty Kanzelled, aunque con el mismo espíritu, uno de nuestros personajes favoritos del ciclismo, Alex Howes, comentaba ayer en una entrevista en la web oficial del equipo Education First que hoy jueves iba a hacer unos descabellados 355 kilómetros entre su casa de Boulder, en el estado americano de Colorado, y Kansas como homenaje a la carrera por ahora retrasada.
“Va a ser un gran día sobre el sillín”, decía. “Obviamente no conozco la ruta completa personalmente, pero por lo que he visto en Google Maps, fotos y otras sitios, creo que aproximadamente un 60-70% de los caminos van a ser de gravilla.”
Howes no es un novato en este tema. El año pasado, el mismo en el que fue campeón americano de ruta, terminó tercero en la Dirty Kanza, lo que dice mucho acerca de sus habilidades en todo tipo de terrenos. Sin embargo, las restricciones y el respeto hacia el coronavirus van a hacer su ruta prevista aún más dura de lo que ya parece sobre el papel.
“El tema es precisamente intentar mantenerse alejado de otras personas lo máximo posible”, contesta a la pregunta sobre si no va a ser un plan muy solitario. “La idea en en este momento, y veremos cómo va la cosa, es no parar a comprar nada, así que llevaremos toda nuestra propia comida y un filtro para agua”, prosigue. “Pero sí, esperemos no encontrarnos con nadie. Eso sería genial.”
No obstante, Howes no estará totalmente solo en esta aventura a través de las llanuras del Medio-Oeste americano. “Tengo un colega aquí en Colorado que mantiene un nivel de entrenamiento similar al mío, que no es muy alto”, comenta. “Cuando se enteró de lo que planeaba, me dijo ‘tío, si vas a hacer eso voy contigo’. Comprobé a qué se estaba dedicando durante la cuarentena y vi que estaba viviendo en medio de las montañas igual de encerrado en casa que yo, por lo que pensé: ‘tenemos un plan’. Así que vamos a salir a hacer relevos frente al viento de cara durante doce o trece horas.”
Si queréis leer todo lo que ha dicho Howes, comprobar el perfil del recorrido y tener envidia de su montura durante esta larga cabalgada, podéis ver la entrevista completa.
Como decimos habitualmente, la bici es un elemento de libertad y bienestar en cualquier situación, especialmente en una como la que estamos viviendo en todo el mundo ahora mismo, y con ella nunca faltarán soluciones imaginativas para pasar un día de una forma mejor y más feliz.
Si hace dos años alguien nos hubiese preguntado qué opinábamos del gravel, seguramente no hubiésemos sabido ni siquiera de qué nos estaban hablando. ¿Gravel? ¿Será un tipo de rally? ¿Un videojuego, quizás? Nada que ver con el ciclismo, desde luego. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, esta disciplina ciclista (al final resulta que sí que pertenecía a nuestro deporte…) ha sufrido una tremenda explosión de popularidad y ha empezado a atraer a cada vez más corredores y aficionados a sus filas; y tiene sentido, porque el gravel tiene muchísimo que ofrecer y es seguramente ahora mismo la parte más llamativa del ciclismo. Sin embargo, ¿estaremos ante la típica moda estrafalaria que desaparece tan rápido como ha llegado? Lo cierto es que todo parece indicar que no.
El gravel es una disciplina que rezuma espíritu americano por los cuatro costados. Carreras en caminos de tierra o empedrados, atravesando partes de barro, riachuelos e incluso zonas de nieve, horas y horas sobre el sillín, bicis con geometrías muy parecidas a las de carretera y libertad, mucha libertad. Un cóctel ganador donde los haya. Por mi parte (y quizás muchos de los que estéis leyendo esto también), siempre había desconocido la existencia de este tipo de ciclismo, y no fue hasta que gracias al equipo Education First Pro Cycling y Rapha empezaron a convertirlo en algo mainstream que empecé a interesarme por él. A lo largo de 2019, la marca de ropa ciclista inglesa (que viste a este equipo World Tour) produjo una serie de vídeos para su canal de YouTube bajo el título “EF Gone Racing – Alternative Calendar” en los que nos mostraban a modo de documental cómo era la preparación y el desarrollo de algunas carreras off-road (principalmente gravel) en Estados Unidos, convirtiendo por el camino en iconos del ciclismo alternativo a gente como Lachlan Morton, Alex Howes o Taylor Phinney. La gran calidad y realización de los vídeos y el tipo de carreras que en ellos se enseñaba provocaron una especie de iluminación en muchos de nosotros, y a partir de ahí ya no hubo marcha atrás.
¿Qué tiene el gravel que lo hace tan atractivo? Para empezar, el gravel es diversión; así de claro. Y no, esto no es una simplificación escrita por alguien que no sabe qué decir, sino que es el resumen más completo que se puede hacer sobre él. ¿Te gustan los caminos prensados de arena? Los tienes. ¿Prefieres la tierra empedrada y dar botes en el sillín sin tener que meterte por el medio del monte en una mountain bike? Toto tuyo. ¿Eres aficionado a llenar la bici de agua y barro y lavarla con una manguera a presión al llegar a casa? Puedes ponerte a la cola. Todos los terrenos que os podáis imaginar están disponibles para vosotros, y no habrá prácticamente ninguna superficie que se resista a vuestra bici.
Y esta es precisamente la segunda razón por la que el gravel engancha: las propias bicis. Hay una para cada persona. Todas se caracterizan por su manillar con cuernos como las bicis de carretera (en detrimento del manillar recto de MTB), pero a partir de ahí cada uno podrá conseguir o crear lo que necesite. Las hay con geometrías casi similares a las de carretera, otras muy parecidas a las de montaña, las hay con un plato más bien pequeño y una gran variedad de piñones de todos los tamaños, con dos platos y piñones más pequeños… Dependiendo de dónde se viva y de cómo y por qué tipo de caminos se vaya a usar habitualmente, habrá que tener en cuenta todas estas opciones.
Aunque si hablamos de características diferenciadoras, seguramente las ruedas sean la número uno. Todo dependerá de la marca y el modelo que se elija, pero en general muchas de las bicis de gravel ofrecen una gran amplitud en cuanto al ancho de rueda se refiere, permitiendo al mismo tiempo meter unas cubiertas de carretera de 25 mm o unas llenas de tacos y marcas como las de una excavadora de más de 45 mm. El rendimiento con ellas no dista demasiado para el ciclista habitual no competitivo de lo que se conseguiría con un modelo específico para cada disciplina, por lo que, por ejemplo, en un mismo segmento asfaltado no notaremos una llamativa diferencia entre las velocidades y el manejo de una bicicleta de carretera frente a una de gravel con unas cubiertas lisas de 23, 25 ó 28 mm. Y si os paráis a pensarlo, esto abre un abanico de posibilidades espectacular: podríamos llegar a decir que con una bici de gravel y tres juegos de ruedas con diferentes características casi sería como si tuviésemos tres bicis distintas, pues simplemente cambiando unas por otras tendríamos la oportunidad de ir casi a cualquier lugar que nos podamos imaginar habiendo gastado muy poco dinero en comparación a tener una bicicleta para cada día.
Una tercer punto positivo que ofrece esta disciplina es el espíritu aventurero que exhibe. Cuando alguien se apunta a una competición siempre quiere ganar o, en mayor o menor medida, conseguir el mejor puesto posible, pero el gravel probablemente sea el evento deportivo que más se acerque a ese falso mito del “lo importante es participar”. Una carrera por asfalto puede durar varias horas y ser muy dura según los metros de desnivel positivo que tenga, pero no deja de ser un circuito cerrado en el que los pinchazos y caídas no son más habituales que en cualquier salida que podamos hacer con nuestro grupo de amigos. Las carreras gravel empiezan al amanecer y acaban al anochecer, cruzando todo tipo de senderos, prados y caminos en los que casi cualquier cosa es posible. Además, depende de uno mismo arreglar todos los desperfectos que le puedan ocurrir a su bici (y que le ocurrirán) y administrar bien la bebida y la comida transportándolos en los sitios más imaginativos posibles, pues durante decenas de kilómetros no habrá ningún punto de avituallamiento y la deshidratación puede jugar un papel importante.
Al final, lo que hace bonito a todo esto es la camaradería que acaba surgiendo entre todos los participantes, pues en definitiva la gran mayoría están ahí para vivir una aventura única y ver hasta dónde pueden llegar física y psicológicamente. Y si las relaciones con los demás no se han producido durante la carrera seguro que lo harán después, ya que más que competiciones ciclistas son eventos culturales que intentan incluir a toda la población de los pueblos y áreas de salida y llegada. A veces todo parece más un bikepacking elevado a la máxima potencia que una carrera ciclista.
Como decíamos al principio del artículo, el gravel es un producto típicamente americano, con competiciones creadas por las propios ciclistas y organizadas por las comunidades por las que transcurren, sin que haya en ningún momento ninguna súper organización que decida qué, cuándo, cómo, dónde y por qué se hacen las cosas. Algo que podríamos calificar de “pionero”. Pero, ¿podría tener futuro en Europa? Es más complicado.
Para empezar, los europeos no tenemos nada parecido a esa visión de la vida. La historia de nuestro continente ha estado marcada siempre por las guerras entre las élites y por naciones gobernadas sin tener nunca en cuenta a las poblaciones, lo que en la sociedad contemporánea se ha traducido en la artificial necesidad de que siempre haya alguien que mande, organice y normalice y que no deje nada al libre albedrío de las personas.
En cuanto al ciclismo, la UCI domina con mano de hierro y, de hecho, impide que el deporte evolucione mediante el monopolio de las competiciones y su guerra con un gran grupo privado, ASO, que a su vez piensa poco en la bici y mucho en los beneficios de sus carteras de negocio. El ciclismo de carretera y el ciclocross están totalmente asentados en el viejo continente y aceptan sin rechistar todas las normas, pero ya hemos visto la que se ha montado cuando la UCI ha insinuado que en un futuro próximo podría recoger también al gravel entre sus garras. Sin embargo, esto no quiere decir que cada uno de nosotros, de manera individual o grupal, no podamos encontrar zonas dentro de nuestros propios países en las que seguro que disfrutaremos de lo que es rodar en nuestras bicis por todo tipo de terrenos y disfrutar de la naturaleza a un nivel al que ningún otro tipo de ciclismo llega.
¿Perdurará el gravel en el tiempo? Es bastante probable. Las grandes marcas de bicicletas se han hecho eco del tema y prácticamente todas tienen ya sus modelos de gama media-alta disponibles para el público. Podemos llegar a pensar que hace no mucho también se pusieron de moda las bicis eléctricas y que al final el boom ha decaído hasta casi la insignificancia, pero no es lo mismo un producto dedicado al mundo urbano (y expuesto, por tanto, a las modas) que uno dedicado a deportistas cuyo ocio o incluso medio de vida se basan en él.
Por otro lado, vemos como varios ciclistas profesionales han decidido abandonar el World Tour por culpa de la presión y sus todas las limitaciones a los que somete a los deportistas para dedicarse al gravel a través de sus propias marcas y patrocinadores. Gente como Peter Stetina, Ian Boswell o Laurens Ten Dam han dado el paso, y otros como los anteriormente citados Lachlan Morton o Alex Howes (campeón americano de ruta, curiosamente) pasan más tiempo con sus bicis fuera de la carretera que dentro de ella. Que esto acabe convirtiéndose en una nueva burbuja está por ver, pero si hay una cosa que podemos tener clara es que cuando uno mismo maneja las riendas de su futuro, cualquier proyecto que decida emprender va a tener más porvenir que cuando está obligado por una maraña de normativas y presiones externas. Ese es, al fin y al cabo, el espíritu del gravel.