Cuando hablamos de contrastes, Estados Unidos es seguramente el ejemplo más indicativo en cuanto a países se refiere. Es al mismo tiempo una de las mecas de los coches, especialmente de los más grandes, ruidosos y contaminantes, y un lugar en el que las ciudades están llenas de ciclistas que utilizan la bici para ocio o transporte. El uso indiscriminado del vehículo particular tiene muchas veces sentido cuando pensamos en cómo están construidas las áreas urbanas. Estas se extienden kilómetros y kilómetros con multitud de barrios separados entre sí y con unas distancias demasiado amplias para recorrer andando y, muchas veces, también en una bicicleta. Sin embargo, en las ciudades más importantes de la costa Este y la Oeste (donde se concentra el mayor porcentaje de población) la situación es muy diferente: todos los días cientos de personas van a sus puestos de trabajo, a hacer sus compras o a quedar con sus amigos pedaleando, y este movimiento se está expandiendo a otras áreas del país.
Las consecuencias de la pandemia actual van a llegar a muchos ámbitos, y uno de ellos ya ha empezado a cambiar: la movilidad en las ciudades va a ser cada vez más sostenible gracias a la bicicleta. Esta es una tendencia que se está dando en la mayoría de países occidentales, que son en los que más se hacía sentir el dominio del espacio público por el vehículo privado, y que cada vez está penetrando más en EEUU. Muchas personas ya no se sienten seguras yendo en transporte público y han encontrado una nueva forma de moverse por sus ciudades más sana, barata,y, por qué no, divertida.
Según datos de la consultora Eco Counter, que se dedica a la obtención de información acerca de, entre otras cosas, el uso de la bicicleta en las ciudades desde que comenzó las crisis del coronavirus el uso de la bici ha aumentado en el país americano de manera espectacular, llegando incluso a aumentos del 100% respecto a periodos anteriores en algunas zonas. Estos datos, no obstante, tienen truco: esta explosión se ha dado durante los fines de semana, mientras que durante la semana la utilización de la bici se ha reducido. La explicación es sencilla de base, pero realmente tiene mucho recorrido: al igual que la mayoría de países, EEUU ha restringido el libre movimiento de la población excepto en casos concretos, por lo que es lógico que los números absolutos hayan descendido, sobre todo en las ciudades más grandes y con un mayor peso socioeconómico. Esto ha ocurrido también en Europa, pero con una gran diferencia: mientras que en el viejo continente las restricciones han sido en general mucho más estrictas, en EEUU no se ha prohibido en ningún momento hacer deporte, y esta es la razón principal que explica el auge del ciclismo de fin de semana.

La clave para entender mejor esto está en indagar un poco más y darnos cuenta de que los que han hecho subir las cifras no son los ciclistas habituales vestidos de licra y con máquinas de muchos miles de dólares, sino “gente de a pie”, parejas o familias que han descubierto los beneficios de hacer este tipo de deporte al aire libre. Al fin y al cabo, como comentan algunos dueños de tiendas de bicicletas, sus talleres nunca se habían llenado de bicis tan viejas esperando ser reparadas y puestas a punto. También tenemos que tener siempre presente cómo es el “espíritu americano”. Si hay algo que nunca van a ceder ni a permitir que les toquen es su libertad, y todos los que somos ciclistas sabemos que pocas sensaciones hay en el mundo que se acerquen tanto a ese concepto como el hecho de hacer kilómetros por carreteras o caminos en mitad de la naturaleza mientras respiramos aire fresco. ¿Y qué mejor sitio para eso que los gigantescos terrenos no urbanizados llenos de carreteras, pistas de tierra o gravilla o montes que llenan EEUU de punta a punta?
Los expertos coinciden en una cosa: este movimiento no se va a quedar en simples paseos de fin de semana mientras duren las restricciones, sino que muchas de las personas que han sacado su vieja bici del garaje van a engancharse a ella y no querrán volver a guardarla próximamente. Muchas ciudades lo saben, y tienen pensado convertir los carriles bici provisionales que han creado estos dos últimos meses en auténticas vías para ciclistas que perduren en el tiempo. Y si esto es así no es por acciones llevadas a cabo por políticos, sino que en la base de todas estas decisiones está la demostración de que la población quiere a la bici y pide facilidades y seguridad para poder moverse y viajar en ella, y esto es algo que la sociedad en general y el medio ambiente agradecerán en el futuro.