Categorías
Ciclismo y movilidad

Las «Ciudades 30» son el nuevo gran aliado

Hace un par de días, la corporación municipal de A Coruña aprobó la declaración de la ciudad como “Ciudad 30”, uniéndose así a una lista cada vez más amplia de núcleos urbanos que deciden poner coto a la tiranía del coche en las calles. Urbes tan importantes como Bilbao, Sevilla, Valencia o Barcelona en España y París, Londres, Copenhague o Roma en Europa (entre muchas otras) disponen ya de una serie de medidas destinadas a crear espacios urbanos agradables y “pacíficos”, donde el peatón sea el protagonista principal y en los que los desplazamientos se realicen principalmente en transporte público o en bici y otros medios sostenibles. 

¿Que son las ciudades 30?

Como su nombre indica, las Ciudades 30 han empezado a regir el tráfico rodado por una norma muy sencilla: siempre que sea posible, todas las calles de la ciudad tendrán una velocidad máxima de 30 km/h, que se reducirá a 20 e incluso a 10 en ciertas zonas estrechas, de plataforma única y de un solo sentido. Sólo se mantendrán con el límite anterior y, esperemos que por poco tiempo, todavía habitual (50 km/h), aquellas grandes arterias que canalicen la mayor parte de los coches que entran y salen del municipio o que lo atraviesan de un lado de otro y que sean necesarias para el transporte de mercancías. 

Cuando surgió la idea, dos eran las razones principales por las que se pretendía llevar a cabo, a las que después se unió una tercera.

En primer lugar, se da por hecho que, hasta ahora, las ciudades eran unos lugares en cierta manera peligrosos para los peatones, que veían su espacio muy reducido y a veces tenían dificultades para acceder a ciertas zonas por culpa del tráfico. Además, está demostrado que reducir la velocidad de 50 a 30 km/h aumenta en casi cinco veces la posibilidad de que una persona atropellada salga ilesa o con lesiones poco importantes.

En segundo lugar, había que empezar a reducir la contaminación. De un tiempo a esta parte muchos políticos, organizaciones empresariales y otros grupos de presión han hecho suyo este mensaje, pero no hace tanto eran ellos precisamente los que ponían trabas a cualquier medida que implicase ir en contra del vehículo privado. La Organización Mundial de la Salud ha alertado en muchas ocasiones de la ingente cantidad de muertes anuales que se producen por causa directa de la contaminación en los núcleos urbanos; y no hablamos sólo de los gases de los tubos de escape, sino también de los problemas psicológicos y de estrés relacionados con el ruido y la falta de descanso por las noches.

ciudades 30

Posteriormente (y aquí es donde entramos nosotros), también se incluyó como elemento principal de las Ciudades 30 el trasvase de medios de transporte con motor a otros limpios, especialmente la bicicleta. Andar o moverse en bici o en patinete no sólo no genera ningún tipo de contaminación y una cantidad de ruido prácticamente imperceptible, sino que además es ejercicio o deporte y gracias a eso mejora la salud de todo aquel que lo practica, reduciendo de esta manera la posibilidad de aparición o el impacto de muchas enfermedades asociadas al sedentarismo, especialmente las cardiovasculares (que según datos de la OMS son la causa de más del 30% de las muertes registradas anualmente en todo el mundo). También de esta forma se podría llegar a reducir la factura de la sanidad pública, permitiendo disponer de más presupuesto para gastar en otras áreas.

Estamos muy acostumbrados a ver imágenes de ciudades como Copenhague, Amsterdam o Utrecht en las que la mayoría de la población realiza sus desplazamientos al trabajo o de ocio en bicicleta, pero por alguna razón nos parece algo de otro mundo y ni se nos pasa por la cabeza que pudiese ocurrir algo parecido en España. Esto no es una cuestión de infraestructuras ni de voluntad política, sino de las ideas preconcebidas que tenemos en el imaginario colectivo acerca de la movilidad. Cuando alguna administración pública decide dar un paso adelante y generar facilidades para una mayor sostenibilidad del medio urbano (sobre todo si los carriles bici que construyen están bien hechos, que tampoco es algo que se tenga que dar por hecho) choca muchas veces con gran parte de su propia población, que es la que se niega a ver estos cambios como algo bueno. Por lo tanto, lo esencial en este momento es un cambio de paradigma en las sociedades, ya sea mediante campañas de concienciación para la población adulta o con educación en sostenibilidad para los niños, de manera que todos veamos cuánto nos beneficiaría vender nuestro coche y empezar a movernos de otra forma y lo cómodas y funcionales que pasarían a ser nuestras ciudades si, de repente, estuviesen hechas teniéndonos a nosotros en el centro del tablero. Y, de paso, el planeta también nos lo agradecería.